El conocimiento científico y el tecnológico tienen mucho que contribuir en el campo de la cooperación al desarrollo. Así lo demuestran los trabajos de los dos estudiantes del área científico-técnica que este año han conseguido el reconocimiento de la Cátedra de Cooperación de la Universidad de Zaragoza.
El lindano protagoniza el trabajo de Javier Hernández Sancho. Este compuesto, ampliamente utilizado como pesticida entre los años 1940 y 1990, es un insecticida que tiene efectos tóxicos en el organismo y una alta persistencia medioambiental, lo que llevó a su prohibición en numerosos países en torno a 1992.
Todavía se produce en India, China y Rumanía, y se comercializa para su uso en África, Asia y América Latina. Por ello, es de gran interés el desarrollo de técnicas de detección temprana del pesticida para anticipar el riesgo de diseminación del contaminante y evitar las consecuencias negativas de este compuesto.
Una herramienta para su detección son los biosensores. “He estudiado la expresión de genes potencialmente implicados en la degradación de lindano en cianobacterias, un tipo de bacterias capaces de llevar a cabo la fotosíntesis, sentando bases experimentales para el desarrollo de biosensores de este compuesto”, señala Hernández.
Gracias a ello, se podrán construir dispositivos que contengan cianobacterias con circuitos génicos sintéticos capaces de emitir una señal detectable en presencia de lindano. Serán una herramienta para la detección rápida y económica de este compuesto que permitirá a estos países del sur tomar las medidas necesarias para evitar sus efectos nocivos.
El trabajo presentado por Carla Díaz Buján para el Máster de Energías Renovables y Eficiencia Energética se titula ‘Diseño de un sistema energético básico para comunidades rurales sin conexión a la red eléctrica en África Subsahariana utilizando energía renovable para lograr el cumplimiento del ODS7 -Energía asequible y no contaminante- de las Naciones Unidas’. “Tiene su base en un trabajo de campo que realicé en una aldea rural de Uganda en el año 2018”, aclara Carla.
La autora explica cómo el acceso a energías tradicionales (carbón vegetal para cocinar y lámparas de queroseno para iluminarse en la noche) es altamente ineficiente, posee altas repercusiones ambientales y es perjudicial para la salud de las personas. A su vez, presenta alternativas “basadas en energías renovables que son asequibles económicamente para los habitantes, pero que a nivel de impacto ambiental son beneficiosas, tanto para las familias, como para los recursos naturales locales”, como los bosques.
Javier Hernández Sancho.
Cátedra de cooperación.
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